domingo, 13 de maio de 2012

Una muerte, la de él,
la que esperamos siempre sin recordarla nunca,
y cuando vi la luna de sangre en los zaguanes
entonces dije: una muerte;
yo lo conocí
y era bueno.
Y cuando rosas y rosas y rosas
inauguren un tiempo que esperamos,
él volverá.


Se muere todo el tiempo?
Todo el alma, todo el siglo, su siglo, en él?
O quedará algo de su sonrisa, o de su voz o de su sueño?
Continuará escribiendo las cartas que leía?
Continuará, aún muerto, pensando en algún libro,
en una frase, en que hará de lejos el amigo,
en lo que sufrirán si se muriera?


Quién notará su ausencia en el cine los domingos?
Su número en la ficha del tranvía?
Su ejemplar, de los cien mil que editan
del Código Penal?
Su diariero notará su ausencia
su lechero,
y yo.
Mas cuando rosas y rosas y rosas
inauguren un tiempo que esperamos,
él volverá


Entonces dije: una muerte.
Nada más que una muerte
que no quiere morir todavía,
que ha quedado suspendida en tenues hilos
y que el tiempo cortará.
Una estela que flamea todavía en el recuerdo
y desaparecerá.
Pero volverá.
O no volverá?


Entonces, no es nada más que una muerte.
Una muerte esparcida, difuminada, joven.
Pero no una muerte más.
Pues cuando rosas y rosas y rosas
inauguren un tiempo que esperamos,
él volverá!
de "Elegia y Gloria"

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