quarta-feira, 26 de novembro de 2014

LA RUEDA DEL HAMBRIENTO

Por entre mis propios dientes salgo humeando,
dando voces, pujando,
bajándome los pantalones...
Váca mi estómago, váca mi yeyuno,
la miseria me saca por entre mis propios dientes,
cogido con un palito por el puño de la camisa.

Una piedra en que sentarme
no habrá ahora para mi?
Aun aquella piedra en que tropieza la mujer que ha
       dado a luz,
la madre del cordero, la causa, la raíz,
ésa no habrá ahora para mi?
Siquiera aquella otra,
que ha pasado agachándose por mi alma!
Siquiera
la calcárida o la mala (humilde océano)
o la que ya no sirve ni para ser tirada contra el
hombre,
ésa dádmela ahora para mi!

Siquiera la que hallaren atravesada y sola en un
      insulto,
esa dádmela ahora para mi!
Siquiera la torcida y coronada, en que resuena
solamente una vez el andar de las rectas conciencias,
o, al menos, esa otra, que arrojada en digna curva,
va a caer por si misma,
en profesión de entraña verdadera,
ésa dádmela ahora para mi!

Un pedazo de pan, tampoco habrá ahora para mi?
Ya no más he de ser lo que siempre he de ser,
pero dadme,
una piedra en que sentarme,
pero dadme
por favor, un pedazo de pan en que sentarme,
pero dadme
en español
algo, en fin, de beber, de comer, de vivir, de
       reposarse,
y después me iré...
Hallo una extraña forma, está muy rota
y sucia mi camisa
y ya no tengo nada, esto es horrendo.

César Vallejo

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