domingo, 18 de novembro de 2018

DENTES DE COBRE SOBRE CHILE

El cobre no demoró mucho en ocupar el lugar del salitre
como viga maestra de la economia chilena, al tiempo
que la hegemonia británica cedia paso al dominio
dos Estados Unidos. En vispera de la crisis del 29
las inversiones norteamericanas en Chile ascendian
a más de 400 millones de dólares, casi todos destinados
a la explotación y el transporte del cobre.
Hasta la victória electoral de las fuerzas de la Unidad Popular en 1970, los mayores jacimientos del "metal rojo"
continuaban en manos de la Anaconda Copper Mining C.o.
y la Kennecoc Copper C.o, dos empresas intimamente vinculadas entre si como parte de un mismo consorcio 
mundial. En medio siglo, ambas habian remitido quatro mil
millones de dólares desde Chile a sus casas matrices,
caudalosa sangre evadida por diversos conceptos,
y habian realizado como contra partida, segun sus propias
cifras infladas, una inversión total que no pasaba
de 800 millones, todos provenientes de las ganancias
arrancadas al pais. La hemorragia habia ido aumentando
a medida que la producción crecia, hasta superar
los 100 millones de dólares por año en los últimos tiempos.
Los dueños del cobre eran los dueños de Chile.
El lunes 21 de diciembre del 70, Salvador Allende habla
desde el balcón del palacio de gobierno a una multitud
fervorosa, anuncia que ha firmado el projecto de reforma
constitucional que hará posible la nacionalização
de la gran mineria.
En 1969, dice la Anaconda, ha logrado en Chile unidades
por 79 millones de dólares, que equivalen al ochenta
por ciento de sus ganancias en todo el mundo,
y sin embargo, agrega, la Anaconda tiene en Chile,
menos de la sexta parte de sus inversiones en el exterior.
La guerra bactereológica de la derecha, planificada
campaña de propaganda destinada a lembrar el terror
para evitar la nacionalización del cobre y las demas
reformas de estructura anunciadas desde la izquierda,
habia sido tan intensa como en las elecciones anteriores.
Los diarios habian exibido pesados tanques soviéticos
rodando ante el Palacio Presidencial de La Moneda,
y sobre las paredes de Santiago los guerrilleros barbudos
aparecian arrastrando jóvenes inocentes rumbo a la muerte.
Se escuchaba el timbre de cada casa y una señora
explicaba: "Tiene Ud. 4 niños? dos van a la Unión Soviética
y dos a Cuba"
Todo resulto inutil, el cobre se pone poncho y espuelas,
anuncia el presidente Allende, el cobre vuelve a ser chileno.
Estados Unidos, por su parte, con las piernas presas
en la trampa de las guerras del Sudeste Asiático,
no han ocultado el mal estar oficial ante la marcha
de los acontecimientos en el sur de la Cordillera 
de los Andes.
Pero Chile no está al alcance de una súbita expedición
de marines, y al fin y al cabo Allende es presidente con todos
os requisitos de la democracia representativa que el pais
del norte formalmente predica. El imperialismo atraviesa
las primeras etapas de un nuevo ciclo crítico, cujos signos
se han hecho claros en la economia, su función de policia
mundial se hace cada vez más clara y más dificil.
En el cementério de Catavi, donde los ciegos rezan 
por los muertos a cambio de una moneda, duele encontrar
entre las lápidas oscuras de los adultos, una inumerable cantidad de cruces blancas sobre las tumbas pequeñas.
De cada dos niños nacidos en las minas, uno muere
poco tiempo después de abrir los ojos. 
El otro, el que sobrevive, será seguramente minero cuando crezca, y antes de llegar a los treinta y cinco años,
ya no tendrá pulmones. El cementério cruje. Por debajo
de las tumbas han sido cavados infinitos túneles,
socavones de boca estrecha donde apenas caben 
los hombres que se introducen como vizcachas,
a la búsqueda del mineral. Nuevos yacimientos de estaño
se han acumulado en los desmontes a lo largo de los años,
toneladas de residuos sobre residuos han sido volcadas
en gigantescas moles grises que han sumado así: estaño 
al estaño del paisaje. 
Cuando cae la lluvia, que se arroja con violencia 
desde las nubes próximas, uno ve a los desocupados
agacharse a lo largo de las calzadas de tierra de Llalaqua,
donde los hombres se emborrachan desesperadamente.
En las chicherias van recogiendo y calibrando las cargas
de estaño que la lluvia arrastra consigo. Aquí, "el estaño
es un dios de lata que reina sobre los hombres y las cosas
y está presente en todas partes".

trecho - extraído de "Las Venas Abiertas de América Latina" de Eduardo Galeano


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