sábado, 7 de julho de 2018

Y no era ni militar ni político
Y sus hombres:
muchos eran muchachos,
con sombreros de palma y con caites
o descalzos, con machetes, ancianos
de barba blanca, niños de doce años con sus rifles,
blancos, indios impenetrables, y rubios, y negros murrucos,
con los pantalones despedazados y sin provisiones,
los pantalones hechos jirones,
desfilando en fila india con la bandera adelante
- un harapo levantado en un palo de la montaña -
callados debajo de la lluvia, y cansados,
chapoteando los caites en los charcos del pueblo
Viva Sandino!
y de la montaña venían, y a la montaña volvían,
marchando, chapoteando; con la bandera adelante.
Un ejército descalzo o con caites y casi sin armas
que no tenian ni disciplina ni desorden
y donde ni los jefes ni la tropa ganaban paga
pero no se obligaba a pelear a nadie:
y tenian jerarquía militar pero todos eran iguales
sin distinción en la repartición de la comida
y el vestido, con la misma ración para todos.
Y los jefes no tenían ayudantes:
más bien como una comunidad que como un ejército
y más unidos por amor que por disciplina militar
aunque nunca ha habido mayor unidad en un ejército.
Un ejército alegre, con guitarras y con abrazos...

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